El blindaje

Si hay algo que queda meridianamente claro en la declaración de María Dolores de Cospedal ante el juez Ruz es que Bárcenas no dependía de ella.

En diversas ocasiones y ante las preguntas del magistrado y los abogados de las partes, Cospedal insiste en que «no hay una dependencia jerárquica del tesorero respecto al secretario general». Puede parecer raro, pero es así. Y es extraño porque en todas las empresas la dirección financiera rinde cuentas ante el consejero delegado, cargos que podrían asimilarse a los de tesorero y secretario general en un partido.

Entonces, ¿de quién dependía Bárcenas? En ese punto, Cospedal afirma: «al tesorero se le nombra en el Congreso a propuesta del presidente».

Es decir, que o bien Bárcenas era un poder autónomo que no rendía cuantas ante nadie o las rendía sólo ante Mariano Rajoy.

La no dependencia jerárquica explica por qué Cospedal no estuvo presente en la reunión de marzo de 2010 en la que se pactaron las condiciones de lujo del ex tesorero. El encuentro –con Javier Arenas y la esposa de Bárcenas como testigos– se celebró en el despacho de Rajoy.

¿Significa eso que Rajoy conocía los chanchullos de Bárcenas? Depende. Rajoy tenía la potestad de pedirle rendición de cuentas pormenorizada o no. Más bien da la impresión de que el presidente del PP confiaba en el tesorero porque el partido nunca tuvo problemas económicos, como reafirmó Cospedal ante el juez. Y que, además, prefería no enterarse de los detalles. Rajoy le dejó hacer, lo que le dio al tesorero un amplio margen de maniobra.

La secretaria general, aunque sobre ese asunto no se le preguntó, se empeñó en la salida de Bárcenas porque no se fiaba de él. La imputación en Gürtel fue la oportunidad que aprovechó para pedir su relevo en ese puesto clave. Pero se encontró con la oposición no sólo del interesado, que se creía blindado, sino de la vieja guardia de Génova, que sabía o se imaginaba la información que manejaba el hombre que había controlado los números del PP durante 20 años.

Rajoy, en esa disputa, optó por un pacto que suponía, de hecho, el respaldo del partido a Bárcenas. Cospedal se tuvo que tragar ese sapo muy a su pesar.

Rajoy cometió un grave error al proporcionarle esa cobertura, que es la que le permitió chantajear al Gobierno con revelar los secretos que guardaba si no le quitaba de encima la presión de la Fiscalía y la Policía.

El error de Bárcenas fue no valorar que, en democracia, las instituciones funcionan. Gracias a eso también se podrá saber el origen de su enorme fortuna.

casimiro.g.abadillo@elmundo.es